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lunes, 17 de enero de 2011

Mi constante problema con las cartas de amor

Siempre me he considerado una persona romántica. Sin embargo, ¡soy pésima con las cartas de amor! las cuales me parecen similares a tarjetas de papelería: desabridas, forzadas y anticuadas. *Aclaro que amo recibir una carta de amor, más no obsequiar una*

El problema no son las palabras (¡no, ellas jamás!). El problema es la evasión del sentido pasional del ser. Me refiero a que ¿por qué comprar las palabras de otros? ó peor aún... ¿por qué robar sentimientos ajenos?
¡Háganse un favor y dejen de invertir dinero en "pretextos" llamados osos de peluche, tarjetas y todo ese desfile de estupideces!


Yo tengo una sencilla y vulgar expresión: "menos bla bla y más mua mua" (Menos palabras y más acción) . Las palabras son gotas de fuego, capaces de iluminar con intensidad el momento preciso. Yo opto por una delicada y exquisita economía de palabras para degustarla en medida de la brevedad con la que éstas han sido proclamadas... un "te quiero" que nazca en el palpitar del corazón y sea tan intenso que necesite recorrer el esófago y luego explotar en los labios.

La barrera entre el querer y hacer está tejido en la piel, oculto en una mirada profunda, deseoso en una mordida al labio inferior, nervioso en un baile de dedos y seguro en la fuerza de un abrazo. Es por eso que estoy a favor del honesto lenguaje no verbal.

Entendamos que las palabras son un lujo que se nos fue concedido para acompañar la vida. Respetémoslas y como carta maestra hagamos uso de ellas en el momento indicado.
Dejémonos de tanto vómito verbal y aprendamos a escuchar el silencio.
¡Háganse un favor y desnuden su alma con quien aman, trasciendan con acciones y alimenten su espíritu que tanto lo necesita!

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