No sé exactamente de
qué adentro viene,
Se calló
¿sabrá que lo escuché?
¿sabrá que lo escuché?
Un goteo puede tener
muchos significados
¿y dos? ¿y tres? pero ¿uno solo?
Del árabe “qatr”; destilación
Pero el goteo es
unicidad ¿me sugiere una destilación a capela?
...Es difícil
entenderlos.
Allá en la azotea, en la perrera, en el firmamento grisáceo u
ocre que implora que se apague con ésta lluvia el excedente raciocinio para
cederme paso a mí
a la que no sabe
nunca nada y es feliz con ésa verdad,
a la que los relojes
le parecen una burla: vivir controlado la prisa
a la que se guarda nudos que diga nidos de avispas en la garganta que le pican, le hinchan, habla, se desinflaman y recapacita,
a la que le resulta
imposible adorar a un solo extraordinario;
intelecto y corazón de departamento,
intelecto y corazón de departamento,
a la que la vida le
sonríe con sus dientes postizos y la invitación voluntariamente a fuerzas a volver a lo básico para convertirse
en la latente rebelde con causa que lleva mordiéndole la carne, los huesos y la
masa encefálica cobre muerte y vida.
Escucho la soledad del agua.
La lluvia decidió
jugar a convertirse en segundo plano,
La lluvia cedió,
la lluvia no es mala,
la lluvia es y quiere
ser todo menos notada.
Carga una paradoja, se le escabullen goteos individualistas, truenos y relámpagos como vínculos sensoriales, como animales mutados, rechazados, congregados a las celebraciones de libertad y gloria que convoca.
La lluvia jamás ha querido ser tsunami.
Sabe de sus alter egos con bajezas soberbias y le apena, le apena de sobremanera.
Por ello, escuchar goteos es un regalo intimista, es
el erotismo de la bienaventurada catarsis que vive en pausa dentro de cada uno
de nosotros.
Vuelve a escucharse,
goteo brutal y honesto
¿a quién me pertenece?
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