Atrapada. No hay otra forma de describirme en éste momento de mi vida. Me convertí en mi propio verdugo, soy un demonio cuadrúpedo que escupe fuego y viaja en una máquina del tiempo descompuesta en el pasado. Vivo en una cueva pintada de pesadillas, que te inyecta melancolía mientras duermes. Mis amigos –Espera, ¿Qué amigos?- bueno, los como se llamen ¡Qué sé yo! No estoy enferma, estoy cansada, solo cansada no por eso tienen que alejarse, ¡¿Yo los alejo?! ¿Eso dicen? ¡Hazlos callar! ¡Que se callen o que se unan en silencio! Que se queden, que se vayan, que me dejen hablar, que me escuchen, que se callen, que se callen por que duele, ellos duelen, sus realidades duelen, mi realidad duele, parte de mí, nacimos juntos, todos formamos el todo y la nada, el orden y el caos…Entonces me necesitan y yo los necesito. Quisiera revivir a los muertos y hacerlos mis amigos, ellos me han comprendido tantas veces, se han hundido conmigo en silencio, me han hecho recapacitar y seguir, me han infundido miedo y esperanza a la vez, nada más sano que invocar a los muertos. No más formalismos, no más banalidades, no más hipocresía, quiero la verdad, la necesito conmigo para que me siga destruyendo y solo de ése modo podré ser libre como bien dice Dios. Quiero ser libre, quiero entender que ya no estoy en éste plano, que he crecido, quiero adaptarme a mi nueva vida, a mis nuevos sentimientos, quiero dejar la transición y soltar la infancia, los berrinches, las heridas, los recuerdos y el dolor. Quiero que me echen toda la tierra que haga falta en éste presunto funeral, quiero comenzar a gritar que me enterraron con vida que vengan por mí y salir en las noticias. Seguir con mi vida con vida. Necesito una doctrina del shock, un parámetro para continuar, algo para comprobar que no soy la misma, quiero salir de éste ciclo.
