Estoy cansada, todo el tiempo estoy cansada. Me cansa la música que escucho, el sabor de la comida, los perfumes en las personas, las fiestas, las bebidas, mi ropa, mi cabello, mi cara, mi voz, el desempleo y empleo espontáneos, mi falta de tiempo, las conversaciones. Cansada de estar cansada básicamente.
Tengo la teoría de que si llevas a un ser humano a su punto de quiebre –según sus circunstancias y percepciones- todos coqueteamos con la idea del suicidio -¡no sean dramáticos! Hablo del suicidio espiritual-. Como justo ahora, yo en mi habitación, un calor sofocante, la noche, el silencio en mi casa, seguro en mi puerta que podría convertirse en un soldado escoltando la cárcel sin posibilidad de adulación…Podría dejarme morir lentamente y condicionarme psicológicamente a la idea de una condena eterna al entrar a mi habitación, llenarme la cabeza de sucias ideas de sufrimiento y dolor, usar la memoria de mi piel para hacerla recordar el desgarre de mi carne cuando de niña –por ejemplo- me cortaba con alguna espina en el parque. “Siéntase libre de seleccionar sus sensaciones y emociones sin represalia. Hoy dese un gusto” –diría un letrero en mi puerta al entrar.
Es muy fácil morir solo se necesitan las ganas; lo realmente difícil es vivir sin modalidad de supervivencia. Hoy, no quiero ninguna opción, hoy quiero estar cansada y gozar mi propia miseria.
Me encanta tu forma de escribir. Muy buena la entrada y todo tu blog.
ResponderEliminar¡Melina te agradezco infinitamente que te tomes la chance de leerme! Eres bienvenida siempre :)
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