¿Por qué soy diferente? -dijo él-

Siempre me ha gustado pedir deseos.

Desde niña nunca dejo de hacerlo ya sea al soplar las velas de un pastel o un diente de león,

a las estrellas fugaces y como confidente especial a la Luna.

Una vez pedí ser trapecista de circo,

otra que todos los perritos de la calle tuvieran refugio

y lo que más recuerdo haber pedido es un príncipe azul.

Definición que fue evolucionando conforme a los años:

novio, pareja, amigo, compañero...hasta que me limité a decir: un buen hombre.

¿Pero que hace "bueno" a un hombre?

Un buen hombres es...

Quien pregunta "¿estás bien?" cuando dices "¡Ay!",

Quien te da el vaso que tiene más agua,

Quien te deja a un lado de la ventanilla en el autobus,

Quien baja el volumen para escucharte mientras hablas,

Quien no se cansa de decirte: "eres hermosa",

Quien se asegura que duermas con una sonrisa,

Quien hace el silencio cómodo,

Quien ríe fuerte,

Quien te recuerda lo valiosa que eres,

Quien te abre la puerta del automóvil y

se asegura que tengas el cinturón,

Quien te lleva un postre cuando estás enferma,

Quien no teme hablar del futuro,

Quien te hace creer en las promesas,

Quien te hace una mejor persona,

Quien de grande quiere ser niño...

Un buen hombre es un buen ser humano y un buen ser humano es el que actúa,

el que ejecuta acciones, el que demuestra mediante pequeños detalles la esencia de su alma.

Una noche simplemente me cansé de pedir... Y entonces llegó.