.

.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Limbo



Me llamo Ernesto, me llamo Verónica, me llamo silencio, me llamo como tú.


Todos los días me levanto con el pie izquierdo y un sabor agrio en mi boca.
Me levanto por que tengo que hacerlo, porque los rayos del sol entrando por mi ventana me delatan, me acusan por ser un animal nocturno. Comienzo a disfrzarme, perdón...a vestirme. ¿Por qué todos se escandalizan por un poco de desnudez? ¿Acaso los grandes poetas temieron desnudarse? ¿Titubearon al verse desnudos? ¡No! ¡Claro que no!...Pero yo, yo tengo que arreglarme para nadie.

Salgo a la calle cruzo la avenida, un cerdo pasa montando una motocicleta, los muertos vivientes cruzan hacia el otro lado y yo…yo me inmuto.
Tomo el autobús de fuego. (Susurrando: el que en sus placas aún hay sangre, el de la ruta al vacio) ¿Lo conoces? Observo un desfile de circo subir, hay toda clase de personajes: payasos, domadores, trapecistas, etc. Llegué a mi destino y tan solo fue un viaje más.

De nuevo otro día concluye y ése maldito sabor agrio en mi boca. ¿Y yo?…Yo me inmuto.

Me llamo Ernesto, me llamo Verónica, me llamo silencio, me llamo como tú.

2 comentarios:

  1. Wow

    De verdad que he pensado mil palabras, y esa fue la mejor (:

    ResponderEliminar
  2. wao!
    cuantas veces he sentido esa sensación de vacío de limbo.

    Me encanto!

    ResponderEliminar