Cuando él interactúa con ellos estos cobran vida.
Deja rastros suyos
en mi vaso favorito,
en mi almohada que abraza
-y a la cual envidio cuando eso pasa-
-y a la cual envidio cuando eso pasa-
¡incluso en mis perros que se debaten vida a muerte por su cariño!
Me emociona saber que ha estado aquí;
que se guarda en sonidos cotidianos.
Porque de ésta manera -incluso en su ausencia-
estos sonidos se transforman y se vuelven extraordinarios.
Los objetos
me cantan,
me chiquean,
me consuelan,
me besan...
Me recuerdan que solo una construcción sólida ha permitido el acceso de él a ellos.
Me confiesan, que no cualquiera llega tan lejos.
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