Ya
no es suficiente hablar.
Ya
no es suficiente gritar.
Ya nada basta para
llenar el vacío de éste mundo, de ésta gente que pide a gritos ser amada, ser
comprendida, ser acurrucada como niños y que se les tapen los oídos para callar
las voces de la violencia.
Ha llegado el día en
que los humanos están en peligro de extinción.
Se fueron el “por favor” y “gracias”, ni rastros del “perdón” y mucho menos del “te perdono”.
Se fueron las manos
extendidas para levantar al otro de las caídas en la tierra, en el cemento, en
los azulejos, en las angustias, en las penas, en el dolor ajeno, en el dolor propio que muerde, quema, hiere,
fragmenta, divide, divide, divide…
Ya no me encuentro en
mis calles, en mi colonia, en mis amigos, en mi gente. Todos van al mismo
maldito sitio y se quedan y no se dan cuenta de que las modas son pasajeras, de
que lo de afuera se descarapela solo -como huevos bien cocidos-, de que hay
gente que olemos el miedo y nos repugnan los perfumes baratos llamados ego.
¿Dónde
está la humanidad? ¿Tanto tiempo me fui?
Regrésenme
los días gloriosos.
La
amabilidad de dejar un asiento al que lo necesita, las llamadas a la ambulancia
cuando alguien en la calle se accidenta, la basura en el basurero, los parques
virginales, las recetas que pasan de generación en generación. Regrésenme a los
niños que aún ríen y se sonrojan cuando alguien dice en voz alta “senos” y a
las niñas que juegan resorte todo el día. Necesito a los padres que reprenden a
sus hijos malcriados y les enseñan con amor y valores lo hija de puta que puede
ser la vida pero que no pasa nada, si ellos tienen las armas para enfrentarla.
Quiero
las miradas honestas, los corazones a temperatura ambiente
(o de preferencia bien calientes).
(o de preferencia bien calientes).
Quiero
cerebros nutridos cosidos con lenguas coherentes.
Soy
mujer de palabra, soy mujer de fe.
Lucho
por tragarme éste sabor amargo que me deja nuestra realidad día a día,
lucho por no dejarme convertir en un antónimo de ser humano,
lucho por no dejarme convertir en un antónimo de ser humano,
lucho
por amor, por justicia, por nuestro derecho de una vida digna,
lucho
a través de pequeñas acciones pero reconociendo siempre mis buenas intenciones.
Lucho, porque es bien sabido que los grandes cambios comienzan por uno mismo.